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Carta del CIO - Abril 2025
El primer trimestre de 2025 se desarrolló en un entorno de alta volatilidad, marcado por notables divergencias entre clases de activos y regiones geográficas.
El primer trimestre de 2025 se desarrolló en un entorno de alta volatilidad, marcado por notables divergencias entre clases de activos y regiones geográficas. En el frente macroeconómico, los datos confirmaron las expectativas: una desaceleración global de la actividad económica junto a persistentes presiones inflacionistas, sin grandes sorpresas.
Sin embargo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero ha sido un verdadero trastorno. Su agresiva agenda ha redefinido rápidamente el orden internacional. En el frente comercial, el fuerte aumento de los aranceles dirigidos a las principales economías mundiales ha reavivado los temores de una guerra comercial. En cuanto al gasto en defensa, sus demandas de mayores esfuerzos presupuestarios por parte de los aliados europeos, junto con la amenaza de una retirada militar parcial, han obligado a la Unión Europea a replantearse urgentemente su estrategia de seguridad. Su política exterior, más impredecible que nunca, ha exacerbado las tensiones con China, ha adoptado una postura ambigua sobre Ucrania y ha revivido proyectos controvertidos como la incorporación de Groenlandia o la transformación de Gaza. Por último, su rechazo a las normas climáticas y su oposición a las regulaciones digitales europeas ha profundizado la división ideológica entre Washington y Bruselas.
Todas estas proclamaciones han perturbado los mercados financieros, los cuales, es cierto, se habían acostumbrado a una tendencia alcista relativamente estable por dos años. El MSCI World Index cerró el trimestre con una caída del -2,1%, lastrado por una marcada corrección en marzo (-4,2%), algo que impactó fuertemente en el rendimiento general.
Este descenso se atribuyó principalmente al bajo rendimiento de los mercados estadounidenses, que estuvieron muy expuestos a las incertidumbres relacionadas con la agenda económica de Trump. El S&P 500 registró una caída del -4,6%, su peor trimestre desde el tercer trimestre de 2022. Las acciones tecnológicas, que habían sido líderes del mercado durante muchos años, fueron las más afectadas. El Nasdaq cayó más de un 10%, afectado por una fuerte revalorización de los múltiplos de valoración. El lanzamiento del modelo de inteligencia artificial de DeepSeek reavivó los temores de una burbuja en el sector. Las famosas empresas de los "7 Magníficos" registraron una espectacular caída del -16% durante el período.
Por el contrario, los mercados europeos obtuvieron un rendimiento superior, respaldados por un cambio presupuestario significativo. Ante las crecientes tensiones geopolíticas, Europa parece haber reconocido los retos estratégicos que se avecinan, lo que ha llevado a varios países a adoptar ambiciosos planes de recuperación, especialmente en el sector de la defensa. Esta dinámica despertó un renovado interés de los inversores. El índice STOXX 600 registró su mayor rendimiento superior relativo en comparación con el S&P 500 en más de diez años, terminando el trimestre con un alza del 5,2%, mientras que el índice alemán subió un 11,3%. El índice suizo SMI, impulsado por el repunte de Nestlé, también registró un sólido desempeño, con un aumento del 8,6%.
Los mercados de renta fija evolucionaron de forma contrastante. En Estados Unidos, los temores de recesión y la búsqueda de seguridad apoyaron la demanda de deuda pública, lo que provocó que el rendimiento a 10 años cayera 36 puntos básicos hasta el 4,21% a finales de marzo. En Europa, la perspectiva de un aumento de la deuda se tradujo en un aumento de los rendimientos, con el rendimiento del Bund alemán a 10 años subiendo 37 puntos básicos, hasta el 2,74%. En este clima incierto, el oro fue el de mejor desempeño del trimestre, alcanzando un récord histórico de U$S 3.124 por onza, con un aumento del 19%, su mayor aumento trimestral desde 1986. Por último, los mercados de divisas reflejaron movimientos de capital: el dólar perdió un -3,9%, mientras que el euro se apreció un 4,5%, alcanzando 1,08.
En los tres primeros meses del año, los mercados reaccionaron con cierta complacencia al deseo de la administración estadounidense de reducir el déficit comercial. Los aranceles propuestos por Donald Trump fueron vistos principalmente como una herramienta de presión política sobre los socios comerciales, así como una forma de fortalecer la base republicana. En este contexto, las reformas tributarias y la desregulación se consideraron secundarias.
Sin embargo, la situación cambió significativamente la semana pasada con el anuncio de nuevos aranceles mucho más agresivos de lo esperado, que afectaron a todos los principales socios comerciales. Este evento, que la administración Trump llamó "Día de la Liberación", ha causado una verdadera conmoción en los mercados financieros globales. Los aranceles de importación en Estados Unidos han aumentado del 2,4% al 23,3%, alcanzando su nivel más alto desde 1930, un período marcado por la Gran Depresión. Algunos países como México, Canadá e India se vieron relativamente menos afectados por estas medidas, mientras que naciones como Suiza y Japón están soportando la peor parte de las consecuencias. Por ahora, Europa se mantiene relativamente indemne, con una tasa arancelaria promedio del 20%.
Aunque estas medidas se presentaron como una estrategia de negociación, el riesgo de escalada es ahora muy real y los mercados se esfuerzan por incorporar esta nueva realidad. La era multilateral que ha caracterizado los últimos 80 años parece estar llegando a su fin, dando paso a una fase de negociaciones bilaterales. ¡La ley del más fuerte está haciendo su gran regreso!
Este shock global ha llevado a los mercados a ajustar sus expectativas, incorporando preocupaciones sobre una posible desaceleración económica, renovadas presiones inflacionarias y la posibilidad de una recesión. Desde el anuncio de estas nuevas medidas, la corrección del mercado ha sido rápida y brutal, y muchos inversores están luchando por recuperar la compostura.
La estrategia de Trump es cada vez más clara. Enfrentado a un déficit comercial y un desequilibrio de pagos, su objetivo es redefinir el equilibrio económico mundial reduciendo el papel de Estados Unidos como motor de crecimiento. Están surgiendo tres prioridades:
- Estimular las exportaciones estadounidenses,
- Alentar a las empresas extranjeras a producir en suelo estadounidense,
- Debilitando el dólar.
Este cambio podría transformar profundamente el orden económico mundial, y es probable que seamos testigos de una reorganización duradera del comercio mundial, con importantes implicaciones estratégicas. A corto plazo, la atención se centrará en las reacciones de otras naciones, en particular de China, que ya ha tomado medidas. Sin embargo, el alcance de estas respuestas sigue siendo incierto: ¿serán gestos limitados o una confrontación más amplia? También es posible que se materialicen rápidamente acuerdos bilaterales con países como India o Reino Unido. Por otro lado, se espera que las negociaciones con bloques más grandes, como la UE o China, sean largas y complejas.
A falta de una visibilidad clara sobre cómo evolucionará el escenario, creemos que es fundamental mantener la calma. Hemos capeado numerosas crisis en el pasado, y los mercados han mostrado sistemáticamente una notable resiliencia a la hora de recuperarse. Por ejemplo, desde el inicio de la crisis financiera mundial en marzo de 2007, el S&P 500 ha subido un 232%, lo que equivale a una rentabilidad anual del 7,1%. Según nuestro análisis interno, sin una clara iniciativa de desescalada por parte de Estados Unidos, es probable que los mercados continúen incorporando una incertidumbre cada vez mayor y un mayor riesgo de recesión.
En nuestra última reunión del Comité de Inversiones, tomamos rápidamente medidas para reducir la volatilidad de la cartera y posicionarnos para aprovechar las oportunidades futuras. Redujimos nuestra exposición a la renta variable estadounidense de pequeña capitalización, así como a los sectores financiero y de materiales, que son los más vulnerables a una desaceleración económica. También obtuvimos beneficios de nuestra exposición a CLO, reduciendo nuestra asignación de bonos de alto rendimiento después de varios años de buenos resultados. Además, fortalecimos nuestra posición infraponderada en el dólar estadounidense. La intención de Donald Trump de debilitar la moneda, la posibilidad de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal y la disminución del apetito mundial por los activos estadounidenses apuntan a riesgos adicionales a la baja para el dólar. En términos de oportunidades, estamos aumentando nuestra exposición a la deuda soberana estadounidense y europea, anticipándonos a los próximos recortes de tipos de interés. También estamos ampliando nuestra asignación a los bonos convertibles globales, que ahora están cerca de su punto más bajo después de la corrección del mercado, lo que los hace particularmente atractivos.
En estos tiempos inciertos, es crucial seguir siendo disciplinados y proactivos, que es exactamente lo que estamos haciendo.
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